lunes, 9 de abril de 2012

La gran falacia fiscal


Algunos lo veníamos denunciando desde que a este Gobierno se le ocurrió la feliz idea de subirnos los impuestos: lo que hace falta es recaudar los tributos existentes y recortar el gasto público. Ahora es el propio gabinete Chinchilla el que nos lo ha demostrado. Nada más y nada menos que por medio de los jerarcas del ministerio que con mayor virulencia ha defendido el paquete impositivo.

Mucho más allá de las formas que se han puesto de manifiesto ante la flagrante actuación del ya ex ministro Herrero y su subalterno predilecto, Francisco Villalobos, está el fondo de la cuestión. No nos engañemos, lo de estos dos señores es vergonzoso en las formas, pero tremendamente revelador en el fondo.

Para empezar el comportamiento del ex ministro y su mano derecha como presuntos defraudadores fiscales, viene a certificar la primera parte de los argumentos utilizados por la inmensa mayoría de los economistas de Costa Rica: lo más importante es recaudar efectivamente los impuestos que ya existen.

Si el Ministro de Hacienda y el Jefe de Tributación Directa pareciera que no están cumpliendo son sus deberes fiscales, a pesar de tener acceso a toda la información disponible y ser conocedores de primera mano de la legislación vigente, ¿quién nos garantiza que el resto de los contribuyentes lo están haciendo?. Pero voy más allá, ¿con qué autoridad moral puede un gobierno solicitar esfuerzos fiscales a los ciudadanos si sus propios miembros resultan ser evasores?.

La segunda parte del argumento es la que ha pasado más desapercibida a lo largo de esta conveniente semana de pasión tributaria. Me refiero al derroche público indiscriminado que seguimos viviendo y que el gobierno ha tratado de enmascarar. Resulta de la familia de Fernando Herrero tiene en el sector público su principal fuente de ingresos desde hace ya unos cuantos años, y no me refiero a su salario ministerial, sino por medio de suculentas asesorías.

Este descubrimiento sobre el supuesto fraude del ex ministro, ha revelado cómo en este país se reparte un muy interesante queque estatal de consultorías entre familiares y amigos apegados a los partidos políticos. Resulta que la esposa de don Fernando es asesora de Presidencia y Recope, en donde le firmaron como prescriptores tres miembros del gabinete Chinchilla. Antes lo fue del PLN, partido que cobró los honorarios de la empresa de la que era socio Herrero como parte de la deuda política, es decir, que los pagamos entre todos. El historial de asesorías políticas de los Herrero se remonta a Procomer, ente estatal al que muchos señalan como la “mayor piñata de dádivas” de este país.

En definitiva, que Herrero hablaba en sus conferencias de la necesidad de subir los impuestos para mantener los estándares educativos y sanitarios costarricenses. Pero omitía que sus ingresos familiares proceden igualmente del bolsillo de todos los contribuyentes, entre los cuales él figura de forma parcial. La gran falacia de mayores impuestos parece haber quedado desmontada. Ojalá así sea.