
Hoy nuevamente vengo aquí impresionado por lo que leo. Ya saben, los domingo ojeo el periódico casi entero y suelo terminar indignado. Pero hoy la indignación ha empezado desde la portada.
Ayer fue un día grande para Costa Rica. Se inauguró el nuevo estadio nacional. Esa construcción que tan pueblerinamente se ha dado en llamar "joya arquitectónica". Aunque nadie sabe quién es el arquitecto. Nomenclaturas aparte fue una fecha histórica para el país y, en general, todo estuvo a la altura de las circunstancias.
Tras la fiesta de ayer, amanecemos con un baño de cruda realidad. La portada del periódico, en un día tan señalado, era aprovechada continuar con ese particular ajuste de cuentas que los editores del medio de comunicación más influyente de Costa Rica, viene perpetrando contra en el anterior presidente del gobierno, Oscar Arias Sánchez.
"Arias recibió abucheos y Chinchilla cosechó muestras de afecto". Mayor mezquindad no cabe. Claro que en páginas interiores se revuelcan en la estulticia y titulan "Los chiflidos desempatan a Chinchilla y Arias".
Lo de ayer, aunque le pese a más de un presunto intelectual patrio, no era un espectáculo de anfiteatro romano. De esos en los que la masa, el populacho, la canalla enfurecida por la hambruna -y las pésimas infraestructuras-, jalea a los leones para que devoren al gladiador. Era otra cosa. Por mucho que se empeñen los alborotadores que se esconden detrás de la libertad -libertinaje, dirían algunos- de prensa.
Porque la plebe olvida rápido. Hoy silba lo que ayer votó. Y paga treinta rojos para asistir a la inauguración del estadio que Oscar Arias consiguió para Costa Rica. Para luego, como parias romanos, abuchear al que les permitió estar sentados allí. Por dicha o por desgracia, así es.
Aunque a lo mejor yo estoy equivocado y ahora, olvidando lo ocurrido en aquella campaña del TLC, le otorguemos más valor a los que gritan protegidos por la gradería que a los que firman columnas. En ese caso, mejor abstraerse de la realidad. Esa terca realidad que nos dicta un año de gobierno absolutamente en blanco. Quizá sea mejor pensar que Chinchilla es una gran gobernante... porque a Oscar Arias lo abuchea parte de la gradería.
Lo peor de todo, estimado lector, es que, como dijo Sartre, lo más aburrido del mal es que uno se acostumbra. Y nosotros ya nos hemos acostumbrado este "todo vale" en la cruzada de La Nación contra los Arias.