Reflexiones personalísimas sobre lo que ocurre en mi país de adopción: Costa Rica. Política, economía y sociedad costarricenses desde la perspectiva de un español con una parte de corazón tico.
domingo, 13 de marzo de 2011
Tócala otra vez, Manu
El domingo es día de lectura sosegada del periódico. Sí, digo periódico en referencia al único diario de información general que existe en Costa Rica. El resto de la prensa escrita no pasa de la categoría de sucesos, salvo La República que es un diario de negocios... en revisión.
Entre panqueque y panqueque observo el impresionante gráfico que viene a resumir los vínculos de los implicados en el tremendo “escándalo” de los ticoleaks, quiero decir los wikileaks de Costa Rica. Los ministros de los Gabinetes de Pacheco y Arias parece que revelaron información “muy sensible o secreta” a miembros de la diplomacia estadounidense. ¡Menuda noticia!!.
Hay que vender periódicos. Hasta los domingos, día en el que están más que vendidos. De ahí que la fanfarria de los ticoleaks ya no dé más que para gráficos ilegibles y notas biográficas de embajadores y cónsules estadounidenses. A pesar de los titulares rimbombantes. Esto no es más que “puré de chayote” que decía Dean Córnito hace unos días en La Suiza Centroamericana.
Por eso tiene más carne El Topo que El País. Ahí, y no en las insulsas columnas de Armando González, es dónde uno descubre lo que se cuece en este país. En la hoja parroquial farandulera es en la que cae por su peso la realidad de este país en el que habitamos. Algunos por nacimiento y otros, como el abajofirmante, por elección propia. Cuatro páginas de oda al feminismo finisecular se desmoronan como un castillo de naipes en la primera foto que nos regala El Topo. Como cada domingo, ración y media de pechuga. Y no me refiero al anuncio de Rostipollos.
Y es en esas líneas, aparentemente frívolas, en donde hay que ver lo estúpido que es el gráfico de los ticoleaks. Para poner un ministro en su fiesta no hay que ser embajador de los EE UU, sólo hay que pagar. Ahí tienen a Manuel Obregón, pianista y ministro de ¿Cultura?, con su traje a lo Evo Morales deleitando a los presentes en la apertura de una agencia de carros de lujo.
¿Quién necesita ser cónsul para hablarle al oído a un ministro de la república?. No, estimados lectores. Lo único que hay que hacer es invitarlo a tocar el piano o a tomar unos tragos a la inauguración de la tienda en Multiplaza. Así de simple y sencillo.
“Tócala otra vez, Manu. Que esto de la Teleguía no sale”. Patético.
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No se te pasa una por alto, Pako. Excelente radiografía del parroquialismo tico. Pero lo que más me gustó es el tono mordaz y sarcástico, con clase y distinción, pero sin dejar títere con cabeza. Simplemente, F - abuloso.
ResponderEliminarMuchas gracias, Dean. Bueno tu artículo sobre las revueltas en el mundo islámico:http://feedproxy.google.com/~r/LaSuizaCentroamericana/~3/6y-AQTJNTXo/eeuu-esta-perdiendo-el-medio-oriente.html
ResponderEliminarLo mío no es más que arte y ensayo con un toque de crítica política. De ahí que ya no me quieran publicar en el periódico.
Un abrazo.
Bueno, Pako, por lo menos no estás saliendo con la ex-esposa del dueño del periódico. A vos no te publican; al novio lo quieren destruir.
ResponderEliminarSarcasmo aparte, vos sabés que siempre disfruto lo que escribís, pero ese "arte" tuyo esta vez tocó niveles sublimes. No lo digo porque hayás elogiado mi artículo, lo digo de corazón. Simplemente me encantó!!!