martes, 12 de abril de 2011

Ahora que pasó la fiesta


Ahora que los fuegos artificiales dieron por finiquitados los fastos de inauguración del estadio nacional, llega la hora de recapitular sobre lo que ha sido un acontecimiento inaudito en la vida costarricense.

En primer lugar hablemos de los éxitos. Muy buena la organización general de la logística vial. Sinceramente era algo que me preocupaba particularmente: el impacto en las colapsadas calles josefinas de un espacio pensado para más de treinta mil almas. Prueba superada.

Impresionante el nivel de expectativas generado por los espectáculos organizados durante las dos semanas de inauguración. Seamos sinceros, durante dos semanas se ha detenido la vida pública costarricense y los actos de apertura de la joya arquitectónica -¡menuda cursilada de expresión!- han copado las conversaciones de la mayoría de nosotros.

El problema de generar unas expectativas tan elevadas, como saben -o deberían conocer- los que se dedican al mercadeo, es que hay que cumplir con ellas para no crear insatisfacción en los clientes. Evidentemente, no se han alcanzado los niveles esperados después de la colosal campaña organizada entorno a tan magna ocasión.

El acto inaugural fue bastante pobre. Una consecución de actuaciones populares que no impresionaron a nadie, seguida de un partido de fútbol sin pena ni gloria. El esperadísimo encuentro Costa Rica-Argentina fue un fiasco por el que nadie ha dado explicaciones a día de hoy. No es que no jugase Messi, es que la selección argentina puso a todos y cada uno de sus reservas.

Finalmente el concierto de Shakira no pasará a los anales de la historia y, probablemente, hará más complicado a los organizadores de futuros espectáculos atraer a figuras internacionales de primer nivel. Es al único que asistí y del que puedo hablar en primera persona. Comenzó tarde, había menos gente de la esperada y el sonido fue defectuoso. Curiosamente, cuando al inicio de la segunda canción se desconectó el sonido no hubo una reacción generalizada de queja por parte del público.

En definitiva, mucho ruido y pocas, poquísimas nueces. Poco puede reprocharse a la organización. Una empresa de publicidad incursionando por primera vez en la organización de espectáculos. Hicieron bien lo que saben: armar mucho escándalo previo, pero ahí quedó todo. Esa es la gran verdad de este episodio: se quiso hacer algo grande pero, como siempre, se pensó en chiquitico. De ahí que esta vez los medios, sin empresa extranjera a la que culpar, hayan callado como bellacos.

Volviendo a lo positivo, lo que ha quedado demostrado es el apetito de los costarricenses por espectáculos de primer nivel. A los exhorbitantes precios de los diferentes partidos y conciertos la acogida ha sido excelente. Se ha perdido una oportunidad de oro, pero habrá otras.

Ahora toca trabajar de verdad y buscar soluciones para que este nuevo espacio de encuentro entre los costarricenses no sea un elefante blanco, sino más bien un nuevo ícono para la conciencia colectiva de todo un pueblo.

5 comentarios:

  1. Paco, te leo muy comedido..., dónde quedó el sable? Será la cercanía de la Semana Santa? Bastante de acuerdo en tu valoración. Efectivamente toda juerga trae acompañada la resaca

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  2. Ignacio, a lo mejor es la resaca -o goma- lo que me tiene tan comedido.
    Cuando llegas a temas como este mejor así porque estás tocando el fondo de la cuestión y eso levanta ampollas que a un extranjero no le está permitido tocar.
    Un abrazo.

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  3. Muy comedido, pero muy cierto lo que decís. Aunque no me creo esa de que mejor así porque hay ampollas que un extranjero no debe tocar...

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  4. bueno, y sahkira cantó o no cantó? porque si no cantó fue otro fiasco igual que el otro que no jugó.

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  5. Bueno Dean, creo que lo que viene a continuación no va a ser tan comedido.

    Rigo,
    Evidentemente no estuviste en el concierto, pero veo que ya has escuchado algunas de las tonteras que tus paisanos, fueran o no a ver a la diva colombiana, empezaron a decir sobre el espectáculo. Desde que Shakira no cantó, hasta que cantó las mismas canciones que en Guatemala -como si en las giras hubiese un "playlist" por país, sia tonto mae!-.
    Todas esas idioteces se dicen al albur del sentimiento del "porecito" tico que se saca a pasear en esta tierra con tanta facilidad y patetismo.
    La realidad, como digo en el artículo, es que el concierto estuvo discreto. Primero porque el sonido no fue excelente, incluso parte de la gradería no escuchó casi nada... tampoco vi protestas, ni abandonos masivos del estadio; segundo porque empezó tarde y no hubo una continuidad entre la actuación del DJ anterior y el recital de Shakira; tercero porque el público estuvo absolutamente pasivo durante todo el concierto. La gente estaba más atenta a la pantalla gigante que a pasarla bien. Cuando Shakira dijo adiós nadie pidió otra y se limitó a salir para cantar los bises que venían en el contrato, tras los cuales la gente salió en desbandada, pensando más en no agarrar presa que en disfrutar del espectáculo.
    Pero lo fácil y lo "tico" es inventar ahora una leyenda urbana para desacreditar a Shakira, mientras que allí nadie protestó y nadie pidió más. Así es la idiosincrasia tica: callar y luego serruchar. Nos aguantamos en las filas interminables, cuando el Gobierno decreta dos días de restricción vehicular o cuando nos suben los impuestos arbitrariamente, pero luego criticamos en el almuerzo, en el cafetín y en la mesa de tragos.
    Lo sucedido entorno a los fastos de inauguración requiere una reflexión muy importante y profunda, porque para mi es la piedra de toque de lo que le espera a esta sociedad si no despierta, si no reacciona y si deja de sobársela con la zurda en lugar de ACTUAR.
    He dicho.
    (Casi un artículo adicional, Rigo, ¿no te quejarás?, ¿o también?.

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